En días como la celebración de la virgen del Carmen nos damos cuenta de algunas cosas. El mar atrapa, los que trabajamos lo suficiente que lo sabemos, pero esta atracción llega a muchas personas. Durante los últimos años han pasado por el muelle del Reloj muchas personas. Podemos aseguraros que no han sido pocas las que han oído este vínculo. Una de estas personas ha sido David Tarrasón, al que conocimos a través de la cooperativa en la que era miembro. Su interés por los pescadores de la Barceloneta y nuestra voluntad de que no se pierda el patrimonio marinero del barrio han dado lugar a un proyecto que, pese a las dificultades, estamos sacando adelante con mucho esfuerzo.

Noticias como la del pasado mes de marzo, cuando se hundió Fairell y dos compañeros nos dejaron, nos golpean a todos. También a David. Por eso él, conocedor de la familia del pesquero, decidió escribir un texto que expresara lo que sentía en ese momento.

La virgen del Carmen, momento para recordar

Ahora, con motivo de la celebración de la virgen del Carmen, patrona de los pescadores y día en el que honramos a aquellos que han dejado la vida en el mar, hemos decidido publicar este test de David y hacer así nuestro pequeño homenaje a los compañeros de Fairell.

Barcelona, 25 de marzo 2017

Estos días me ha vuelto a la cabeza la entrevista que hice a Pau, patrón de Ferrosa, el único pesquero que les queda en estos momentos a la familia Huguet, después de que el gigante mercante ruso ‘MID Volga 2′ de 140 metros de eslora embistiera al pequeño pesquero “El Fairell’, y lo hundiera bajo las aguas. Empecemos hablando de su familia, de dónde proviene y de su conexión con el mundo de la pesca. Me comenta que son cuatro hermanos, tres de ellos dedicados a la pesca. Él es el mayor y lleva el nombre de su abuelo, y los otros dos son gemelos, Xavi y Toni, que fueron patrones de Fairell.

Provienen de una familia de largo linaje originaria del barrio de la Ribera, cuando la Barceloneta no existía, cuando Barcelona miraba al mar.

Con el derribo del barrio en el siglo XVIII, todos los pescadores fueron realojados en el nuevo barrio marinero, la Barceloneta, también conocido por los pescadores como el barrio de la Òstia, por la similitud con la ciudad marinera de Roma. Esta breve introducción me hace pensar que estoy delante de un hombre de mar, de un hombre que conoce tanto el mar como la propia tierra en la que nació. De pequeño mamó las historias de pescadores que contaban en casa. Su abuelo pescador, su padre pescador. Ambos referentes suyos, maestros de todo lo aprendido.

La pesca no ha cambiado, sólo se ha tecnificado- me dice mientras revuelve dentro de un armario de donde saca una libreta. Se trata de los cuadernos de bitácora de su abuelo y me explica cómo era la navegación hace 100 años. Antes se guiaban por señas, siguiendo los puntos de referencia de la costa, las señas eran las montañas, las colinas. Iban anotando conforme se iban desplazando. -Para que te hagas una idea, aquí está escrito: Sant Llorenç por el lado de levante de la Conreria en Montseny Xic, terreando Montseny Xic hacia el Turó del Lluç-. Todas las colinas tenían un nombre y se fijaban mucho en las iglesias de los pueblos.

A continuación coge otro cuaderno, el de su padre, y me explica cómo se pescaba hace 60 años. Yo permanezco deslumbrado por todo ese saber, que se ha ido traspasando de generación en generación, y por la pasión con la que me habla de este mundo desconocido por mí, pero del que siempre he sentido fascinación. Continuamos hablando durante una hora de los diferentes tipos de pesca, de las artes que se utilizan, la biodiversidad, los ciclos de reproducción, la contaminación del litoral y los cambios que ha habido. La conversación la tenemos dentro en Ferrosa, en el puente. Echo un vistazo a mi alrededor y observo el muelle de pescadores, la torre del reloj, las redes tendidas por el suelo.

Un mundo que no se conoce, un mundo que se va apagando pero que todavía está vivo gracias a los hombres y mujeres que, como los Paus, cada día salen al mar.

Al terminar la entrevista le pregunto que me dé una imagen de lo que es para él la barca. Me responde que es su mundo, su casa. Ahora, mientras escucho estas palabras pienso en Fairell, el pesquero de la familia que ha quedado tragado bajo las aguas, y del que hasta hace cuatro días la mayoría de gente no sabía nada. Y pienso en los dos pescadores que han perdido la vida, en Checkau y M’Faddal. Llegaron a Barcelona hace unos 14 años. En el muelle encontraron el calor de sus gentes y un trabajo digno.

David Tarrasón

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